Los versos del poeta y traductor asturiano, director de Cultura del Instituto Cervantes, y del catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Zaragoza han estado acompañados por los ritmos sentidos del grupo Mariaconfussion, en una nueva cita con el arte en el Patio de Santa Isabel del palacio islámico de Zaragoza
Zaragoza, 12/06/2019.- Como las pertenencias que el viajero traslada consigo en su maleta, el poeta Martín López Vega ha evocado el costumbrismo de su Asturias natal, la soledad del extraño entre desconocidos y las imágenes de otras ciudades y otros mares a los que alguna vez volver en la segunda jornada del festival de poesía de la Aljafería. Junto al poeta y traductor asturiano, el público asistente, que prácticamente ha llenado el aforo del pórtico norte del palacio islámico, ha recorrido infinidad de parajes desnudos a través de los versos de Alfredo Saldaña y se ha solazado con la música cálida de Mariaconfussion.
El viaje lo ha iniciado el nómada Martín Vega. Director de Cultura del Instituto Cervantes, el otrora librero ha evocado las arrugas en la frente y en las manos por el frío y el paso del tiempo en “El añil de las lavanderas”, la fuga de la memoria en “Gótico-Cantábrico”, el mal ejemplo en casa para comprender la dimensión de la mujer en “Poema de género”, la melancolía que una carta trae sobre un escarceo amoroso del Oviedo de juventud en “El uso del radar en mar abierto”, título de su próxima colección de poemas, y la soledad del visitante de cualquier ciudad extraña rodada en una sucesión de planos cinematográficos. Su voz suave ha continuado desgranando “Restauración del calvario de Van der Weyden”, inalterable incluso ante el anticlímax del sonido de un teléfono móvil, hasta desembocar en el asombro del turista ante la majestuosidad “Alejandría”, poema inédito.
De los aplausos al poeta han surgido la voz de María Pérez y las notas de piano de Faustino Cortés, Mariaconfussion. Con un ritmo vivo y estribillos como “Dejad que cante, dejad que cante” y delicadezas como las “palabras escondidas en los pliegues del aire” y el recuerdo de “tantas voces que sonaron y no permanecieron”, en el homenaje a los poetas de “Como una enredadera”, el dúo ha rematado su primera actuación con el “atrevimiento” de musicar el “Tristes guerras” de Miguel Hernández.
Despojados de todo adorno han llegado entonces los versos del catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Zaragoza, Alfredo Saldaña, que ha tenido un recuerdo para el recientemente fallecido Fernando Aínsa y Pilar Gómez Usón. Saldaña, toledano afincado hace décadas en Zaragoza, se ha mostrado como un hombre de acción con poemas de su inacabado “La acción es el frío”, en los que los infinitivos acompañan siempre a un caminante en apariencia errante por rutas solitarias a cielo abierto. El viento, el polvo y el frío dibujan paisajes casi siempre yermos donde apenas surgen “una ramita a punto de quebrarse”, “un jilguero atrevido” y acaso unas flores, “abonadas por los muertos, que son la verdad de nuestras vidas”. Frialdad para un ejercicio sincero de introspección: “encontrarse y perderse son una y la misma cosa” y “andar para dejar de andar”.
El bombeo ha regresado a los corazones con la segunda parte de Mariaconfussion y su deseo de que miremos y veamos todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor en “Si abro los ojos” antes de cerrar con un homenaje a las cientos de mujeres que la vida las hizo “invisibles”, pese al “incendio” que, como María Fortún, albergaban en su ser.