El astrofísico cordobés ha desgranado su trayectoria vital y su pasión por la ciencia en una nueva sesión del ciclo Conversaciones en La Aljafería, en la que también han participado el catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Zaragoza Antonio Elipe y la periodista Leticia Hernández
Zaragoza, 27/09/2018.- Como los pequeños que destripan un juguete para descubrir cómo está hecho y cómo funciona, el científico Álvaro Giménez lleva toda la vida haciéndose preguntas para comprender el mundo que le rodea. Con el mismo entusiasmo, este doctor en Físicas, profesor universitario de Astrofísica, impulsor de un laboratorio de astrofísica espacial en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), durante varios años director de ciencia y robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA), y desde el pasado mes de enero director general del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sigue inquieto en la silla acumulando enigmas.
Giménez, junto al catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Zaragoza Antonio Elipe y la periodista Leticia Hernández, ha protagonizado una nueva sesión del ciclo Conversaciones en La Aljafería, actividad cultural organizada por las Cortes de Aragón, que en esta ocasión ha atraído la atención de un buen número de curiosos por la ciencia de todas las edades.
“La astrofísica es el paradigma de cómo funciona el universo”, ha apuntado Giménez, quien de niño alimentó su inquietud por el saber coleccionado mapas y devorando libros de historia. Luego fue un paso más allá y trató de comprender nuestro lugar en la naturaleza.
El afán por el ingenio puede acabar por agotar incluso las herramientas. “La curiosidad por seguir avanzando te lleva a desarrollar nuevos instrumentos que no tienes. Necesitas nuevos cacharros con los que averiguar nuevas cosas”, ha explicado el científico. Y así, en Granada, se puso a imaginar y diseñar telescopios. “Aprendí que científicos e ingenieros, pese a la mala opinión que muchas veces tienen unos de otros, deben ir de la mano, porque así los primeros se dan cuenta de que lo que discurren se puede hacer de forma más sencilla".
Frente a su suegro descubrió que el mundo se maneja por lo perentorio. “Me dedico a la astronomía”, le respondió a su inquisitoria. “Ya, pero que de qué vas a vivir”, le repreguntó de nuevo el padre de su mujer.
Se especializó en el estudio de los sistemas de estrellas binarias eclipsantes, en los que una estrella gira alrededor de la otra y, periódicamente, la eclipsa. Ello ha servido para para averiguar el radio y la masa de las estrellas.
Lo que eclipsa a los científicos en España es la incertidumbre. Giménez, que además de investigador es divulgador y gestor, denuncia la situación angustiosa que viven miles de científicos. “En tres años hemos perdido a 15.000 investigadores. Unos se han tenido que ir fuera pero también ha habido gente brillante que ha abandonado. Así desperdiciamos la inversión inicial. Y si llegan a alcanzar un puesto estable, llegan ya quemados”, ha denunciado.
Los jóvenes que se ven obligados a renunciar a la ciencia porque no tienen una forma de vida segura. Por eso impulsa el programa “ComFuturo” del CSIC, por el que, con dinero privado “de bancos convencidos de la importancia de la ciencia”, quince científicos son favorecidos con contratos por tres años para que tengan una cierta estabilidad y puedan centrarse en su trabajo. “Una gota en el océano”, se ha lamentaso Giménez.
Para el astrofísico cordobés, hay que fomentar la llegada de talento joven, “pero no a costa de cargarse a los mayores, que creo deben dedicarse más a la gestión, a conseguir fondos y a hacer promoción”, ha sugerido.
Cuestionado por Antonio Elipe sobre lo que le renta a España el formar parte de la Agencia Espacial Europea, el científico cordobés se ha mostrado rotundo: “España tiene un sobre retorno en ciencia. Existe un acuerdo por el que el 90% del dinero invertido ha de volver al país en forma de contratos y estamos sobrepasando a países tradicionales como Francia, Alemania e Italia, con su consiguiente enfado. La industria española ha avanzado mucho y sabe competir”, ha destacado.
Giménez muestra su entusiasmo cada vez que salta a la palestra una nueva incógnita. “En Marte pueden quedar restos de vida. Lo difícil es descubrir qué tipo de vida es. El paso de la química a la biología todavía no lo entendemos. No tenemos ni idea, pero estamos muy ilusionados”, ha reconocido.
En el mismo escenario en el que se cuenta que el rey Al-Muqtádir, apasionado por las matemáticas y la astronomía, desplegaba sus aparatejos astronómicos, Álvaro Giménez ha regalado una tarde de ciencia. “La divulgación es un deber de los científicos. Hay que dar a conocer los trabajos. Es verdad que exige un esfuerzo, pero todo es contable y hay que hacerlo comprensible”, ha sentenciado.