Los jóvenes escritores aragoneses Octavio Gómez Milián y Aloma Rodríguez han sido los encargados de acompañar a la cantautora hispano-danesa en su visita esta tarde al Palacio taifa zaragozano en una nueva edición del ciclo ‘Conversaciones en la Aljafería’
Zaragoza, 17/05/2016.- El Palacio de la Aljafería ha abierto sus puertas esta tarde para recibir a la cantante Cristina Rosenvinge en una nueva edición del ciclo ‘Conversaciones en la Aljafería’, en la que, de la mano de dos jóvenes escritores aragoneses como Octavio Gómez Milián y Aloma Rodríguez, el público asistente ha podido descubrir la parte más íntima de la artista. Para Rosenvinge, su trayectoria musical está encuadrada dentro del “hecho de ser mujer” y sus “sucesivas reencarnaciones pueden responder a olas de feminismo”, así como su “voluntad de tomar las riendas” y de “ponerte al mando de tu propia carrera”.
“Tengo una gran pasión por contar historias, pero la cuestión importante era cómo trasladarlo en un disco y cómo se comunicaba, y ahí entraba en juego lo que se entendía en esos años por el papel de la mujer, tanto encima como abajo del escenario”. Situación que ha definido como “una guerra” con la industria musical que, “aunque perdí alguna batalla, creo que he acabado ganando”.
Para Rosenvinge, las influencias “son lo que te conforman como persona” y en esa labor ha tenido mucho que ver su familia. De su hermana mayor le llegó la canción protesta, de su otra hermana el underground, además de la literatura, y de su hermano descubrió el rock más clásico. También ha destacado el papel de “maestros” que han tenido para ella los músicos con los que ha colaborado. “La falta de estudios musicales la he suplido aprendiendo lo que necesitaba de cada uno de ellos y han sido fundamentales para apuntalarme porque, aunque tenía facilidad para componer, era muy vergonzosa y fueron ellos los que me ayudaron a que no tuviera complejos y conté con su respeto y respaldo”.
La artista, que tiene discos tanto en castellano como en inglés, no ha desaprovechado la ocasión para reivindicar la necesidad de “hacer un pop nacional que tenga entidad propia”. Según Rosenvinge, “no tiene sentido vivir en España y traducir tus letras al inglés, por eso, cuando volví de EE.UU, volví al español. Es fundamental crear una escuela de música en castellano y, a la hora de hacer melodías, no pensar en las que provienen de la influencia inglesa”.
Su carácter autodidacta es otro de los aspectos que ha querido resaltar durante la entrevista, ya que a lo largo de su carrera ha ido sumando un mayor número de instrumentos a su repertorio. “No estudié música y aprendí sola, siempre de una manera funcional y me servía de la música que había ido escuchando en mi vida”. Por ello, es una fiel defensora del principio por el que “cada uno puede llegar a donde quiera” si se pone a ello. “Nadie puede lamentarse de que le gustaría haber hecho algo” porque en el aprendizaje “todo es posible”. Y esas ganas de Rosenvinge por acercarse a más instrumentos la ha unido a su pasión por el pop. “Lo divertido del pop es lo poco académico que es y el poco respeto que tiene por las demás artes. En él, todo está permito”.